viernes, 20 de abril de 2012

Consejos para elegir pareja

Nadie está con su pareja ideal. Los hombres prefieren mujeres más delgadas que las que tienen en realidad, mientras que las mujeres pueden preferir hombres más delgados o más gordos que aquellos con quienes están emparejadas ‘aquí y ahora’.

Es el sorprendente resultado de una reciente investigación efectuada por el biólogo evolucionista Alexandre Courtiol y un equipo de investigadores de las universidades de Montpellier, UM, (Montpellier) y Paul Sabatier (Toulouse), en Francia.

Los investigadores midieron las preferencias de 116 parejas heterosexuales de Montpellier (Francia) en aspectos como la estatura y la masa corporal, que reflejan casi toda la variedad de formas del cuerpo humano, y después compararon los resultados con las parejas que tienen estas personas en la vida real.

Para el autor principal del estudio, el doctor Courtiol, del Instituto de Ciencias de la Evolución de la UM, “los rasgos deseados y los reales no coinciden ni para las mujeres ni para los hombres. Podría afirmarse que la gente está lejos de su ideal”.

Visto lo complicado que puede resultar encontrar a la persona ideal en cuanto a sus rasgos físicos, es importante asegurarnos que, al elegir a esa persona con la que nos gustaría compartir nuestra vida, tengamos un nivel suficiente de afinidad y entendimiento psicológico y emocional con nuestra futura pareja.

Para acertar en la elección de la persona amada hay que analizar la realidad de la relación, para comprobar si está presente y en qué medida, el requisito básico de toda pareja que funciona bien: la compatibilidad entre ambos seres, es decir lo que se conoce popularmente como “ser el uno para el otro”.

Según la psicoterapeuta María Campos, entre los elementos que hacen que dos personas sean o no compatibles figuran las ideas sobre la vida familiar y la convivencia, los hábitos de trabajo de cada uno y el valor que le asignan a su profesión o trabajo.

Según la experta, “también resultan decisivos el nivel de madurez y equilibrio emocional de cada uno, la estabilidad económica y capacidad de generar ingresos y la importancia que le adjudican al consumo, el dinero y la prosperidad”.

“Ampararse como amigos, compartir algunas aficiones, gustos y momentos, sentir que se crece y evoluciona con la otra persona y mantener ciertos espacios personales propios sin caer en la dependencia emocional, son otros ingredientes clave de la compatibilidad amorosa”, señala.

La palabra mágica: “compatibilidad”

Otros factores que, según Campos, conviene comprobar si convergen o divergen, antes de lanzarse de cabeza a la piscina de la convivencia o el matrimonio, son los valores religiosos, culturales y morales, la capacidad de compromiso y fidelidad, y la capacidad de compartir el tiempo y aficiones y disfrutarlos.

Para acertar en la elección de la pareja estable hay que cultivar el realismo, ya que “la atracción hacia la otra persona puede aumentar o disminuir en la medida que se reconocen sus defectos y virtudes, y se asume que intentar cambiar lo que no nos gusta del otro es un intento tan vano como agotador”, explica.

“Si una persona nos gusta y atrae, pero no nos divierte hablar con ella, tenemos dificultades para compartir nuestros sentimientos y deseos o nos aburre, es muy probable que la relación no perdure porque la convivencia no sólo se asienta sobre el afecto y el deseo sexual, sino sobre todo en la palabra y la comunicación”, señala Campos.

“Antes de formalizar una pareja se debe analizar nuestro propio proyecto de vida, para ver qué lugar ocupa la otra persona en ese plan, si las aspiraciones y deseos de ambos son compatibles y en qué medida la relación beneficiará o saboteará nuestros objetivos vitales. Quien renuncia a sus sueños por otra persona, acaba renunciando a su felicidad”, señala María Campos.

Para valorar el grado de compatibilidad de una persona con nosotros es útil escucharla con atención, ya que las personas que hablan y se expresan de forma similar son más compatibles, según un estudio basado en el análisis del lenguaje y centrado en las denominadas ‘palabras función’, como preposiciones, artículos o expresiones, las cuales requieren habilidades de uso sociales.

Según uno de los autores del estudio, James Pennebaker, profesor de psicología de la Universidad de Texas en Austin (EE.UU.) el modo en que se utilizan palabras como ‘nada’, ‘uno’, ‘que’, ‘se’, ‘él’, e ‘y’, por escrito, constituyen la forma de hablar.

Al analizar las conversaciones de grupos de universitarios, los investigadores hallaron que sólo aquellos que tienen en común la mayoría de las ‘palabras función’ son más propensos a querer una relación en el futuro.

Al estudiar las comunicaciones de algunos participantes en chats especializados en buscar parejas, se comprobó que aquellas personas cuyos estilos de escritura es parecido se mantienen en contacto y su relación sigue prosperando tres meses más tarde.

“Sabemos que las personas tienden a sentirse atraídos con otras personas que se asemejan en términos de personalidad, valores y la apariencia física, pero la forma en que la gente habla también es importante”, señala Pennebaker. /

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